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Cómo ha llegado la ultraderecha a Europa

Cómo ha llegado la ultraderecha a Europa

Cómo ha llegado la ultraderecha a Europa / Fernando Toll-Messía

La ultraderecha se consolida en las elecciones europeas y logra ser primera fuerza en Francia, Italia, Austria, Hungría y Bélgica, mientras en Alemania la AfD (de impronta neonazi) se alza con la segunda posición, por delante de los socialistas del SPD. También son segunda fuerza en Países Bajos.

En Austria el ultranacionalista y xenófobo Partido Liberal de Austria (FPÖ) ha ganado con el 25,7% de los votos. Es un partido fundado en los años 50 por antiguos nazis. Mientras en el ultra Víktor Orbán mantiene su hegemonía en Hungría logrando el 44,3% de los votos.

Lo preocupante es que en países medulares y fundadores de la Unión Europea han ganado con porcentajes altísimos: Marine Le pen (Francia) obtiene el 31,5% de los votos (el doble que Macron), mientras Meloni (Italia) obtiene un 28,8%, por delante de la alianza de los socialistas italianos.

Más allá de que Le Pen y Meloni hayan sabido suavizar, con enorme habilidad, sus mensajes para atraerse votantes conservadores, les delatan sus banderas. En ambas destaca la llama, la misma llama, que en el caso italiano es heredera del partido nacional fascista de Mussolini y en el francés deriva del logo del movimiento neofascista y antisemita del Frente Nacional.

Al margen de que se engloben en dos bloques diferenciados en el Parlamento Europeo, uno más atlantista y ultraliberal (ECR) y otro (IiD) más cercano a Rusia y más proteccionista en materia comercial, ambos coinciden en cuestiones identitarias y son antiinmigración. También coinciden en ser partidos populistas y nacionalistas.

Estos partidos han aprendido una lección muy importante a raíz del tremendo fracaso económico y social que ha supuesto el Brexit para el Reino Unido. Porque el aislamiento político y económico no puede funcionar en países tan pequeños como los europeos Y han visto como en nueve años han caído cinco primeros ministros: Theresa May, Boris Johnson, Liz Truss y próximamente Rishi Sunak. De tal forma que han optado por quedarse dentro de la Unión Europea para ir vaciándola de contenido con una devolución paulatina de las competencias a los estados miembros, porque su modelo es el régimen de Putin y de Trump, patriótico, tradicionalista y autoritario.

En función de las mayorías que se articulen en el Parlamento Europeos la ultraderecha podrá alterar cuestiones que no estén en los Tratados suscritos con la Unión Europea como el aborto, la inmigración o los derechos LGTBI, pero no cuestiones que sí lo estén como, política exterior, fiscalidad, justicia, etc. Le pen ya ha dicho que dejará el mando integrado de la OTAN. De otra parte, si se juntasen los dos bloques, pues superan el 35 por ciento de la población europea, pueden invocar el mecanismo de la minoría de bloqueo que complicará mucho el funcionamiento del Consejo.

¿Pero cómo han llegado hasta aquí? Tras las lecciones aprendidas de la Segunda Guerra Mundial impulsada por los regímenes fascistas, se decidió que la democracia liberal era la última solución, hasta que, tras la crisis económica de 2008, la ultraderecha ganó impulso alimentándose del descontento generalizado de los europeos con que los ultras llaman partidos del Establishment. También surgieron como respuesta a los nuevos partidos de izquierda y a los independentistas.

Posteriormente la Pandemia del Covid-19 fue otro punto de inflexión en el que la ultraderecha abrió un frente contra las restricciones y sacaron rédito de las protestas, bien mostrándose ambiguos o directamente, antivacunas. Fueron los mayores beneficiarios del uso antimascarillas.

Han fomentado la idea de potenciar la soberanía nacional para defenderse de la supuesta invasión extranjera (musulmana) y han capitalizado muchísimos adeptos. En realidad, Europa no tiene un problema general de inmigración, pero lo han sabido vender como un problema presente y futuro, proponiendo un modelo de Europa cristiana. Porque la idea de que Europa está siendo invadida por los musulmanes ha ganado una considerable fuerza en la última década y los partidos de ultraderecha utilizan esta retórica para presentar al islam como una amenaza real.

Por último, han jugado muy bien el alto coste que significa la Agenda 2030, la excesiva burocracia impuesta por la Política Agraria Común y el negacionismo del cambio climático.

Y con estas ideas básicas han llegado a ser un grupo parlamentario temible. Porque no tienen nada más. Ni programa económico, ni desarrollo industrial o tecnológico, no entienden que la inmigración controlada por cuotas es fundamental para un continente tan envejecido como el nuestro. ¿Por qué, quién pretenden que pague nuestras pensiones? Quizás quieren seguir el modelo de Putin que ha pedido a las mujeres rusas tener un número mínimo de dos hijos, aunque aquí eso sería difícil, porque acceder a una vivienda con los actuales salarios se ha convertido en misión imposible para los jóvenes. No obstante, estoy seguro que frente a un problema tan complejo, tendrán una solución muy sencilla. No se me ocurre cuál. Pero tampoco creo que se la planteen sus votantes.