Familiares y amigos de los diez jesuitas de Montesión piden que les dejen quedarse en Mallorca

Denuncian que están «tristes y asustados» por su traslado forzoso a la península y plantean la alternativa de residencias de otras órdenes religiosas en la isla

Los jesuitas que deben abandonar Montesión, con el recientemente fallecido padre Sebastián Feliu (2º dcha.), en 2020.

Los jesuitas que deben abandonar Montesión, con el recientemente fallecido padre Sebastián Feliu (2º dcha.), en 2020. / JESUITAS

Redacción

Los muros centenarios del colegio Montesión de Palma rezuman estos días una «profunda tristeza», «desasosiego», e incluso «miedo». El impacto en la casa es mayúsculo, no solo en la comunidad formada por diez jesuitas; también entre el personal que los atiende y cuida, así como entre el profesorado que aún imparte clases en las históricas aulas. A la espera de la visita inminente del provincial de la Compañía de Jesús en España, el padre Enric Puiggròs, para decidir el destino de cada uno de los jesuitas a una de las cinco enfermerías que tiene la orden en la península, estos se encuentran apesadumbrados y «todavía no entienden que tengan que marcharse, son vulnerables y están asustados», aseguran amigos y familiares de estos religiosos, que piden no dar el nombre «para no perjudicarles más».

Familiares de los jesuitas han ido a visitarles y se preguntan cuál será ahora su futuro. Les cuesta asumir que van a trasladar a su tío o en otros casos amigo lejos de Mallorca, teniendo en cuenta que su media de edad es de 86 años. «Es muy fuerte que los separen de la isla a estas edades, ellos quieren morir aquí, en Mallorca, con su gente», lamentan algunos allegados. Y plantean como alternativa que se puedan ir a vivir a alguna de las residencias de otras órdenes religiosas en la isla.

Esta salida también se apunta entre un sector del clero diocesano. Fuentes eclesiásticas recuerdan que los Franciscanos tienen una residencia para sus mayores en la Porciúncula, también las congregaciones de religiosas como las Franciscanas o las Hermanas de la Caridad y las Hermanitas de los Pobres disponen de conventos-residencia. Estas fuentes sostienen que los Jesuitas «sin ninguna duda, hablándolo podrían derivar» a los padres que prefieran quedarse en la isla, de modo que solo se trasladen a sus enfermerías de la península aquellos que lo deseen.

«Todos tienen su historia, sus recuerdos, sus vivencias, da mucha pena que tengan este final», señala la amiga de uno de los jesuitas de Montesión, quien al mismo tiempo admite que no hay unanimidad ni todos los jesuitas tienen a familiares que los apoyen.

Actualmente conforman la comunidad el valenciano padre Judas Moreno, y nueve mallorquines con fuerte arraigo en la isla: Bernardí Seguí, que oficia misas en el Terreno y que ha sido designado superior temporal; el exprofesor de Comillas y colaborador de este diario, Norberto Alcover; Joan Jaume, que fue cura obrero en Zaragoza, donde también trabajó de cartero y ahora es el párroco de San Juan de Ávila, en el polígono de Levante en Palma; Jaume Mairata, que fue misionero en la India; Manolo Fortuny, que ha estado varias décadas en el Chad; Nicolau Pons, expárroco de Can Picafort; el conocido pintor Miguel Garau, memoria viva de los tesoros artísticos de Montesión; y los hermanos Miguel Llauger y Guillem Riera.

Recientemente falleció uno de los jesuitas más conocidos de Montesión, Sebastián Feliu, que fue durante muchos años capellán de la Hermandad del Rocío y muy conocido en Palma por su gran número de hermanos, entre ellos el que fuera intendente de la Policía local de Palma, Joan Feliu. De hecho, se lamenta que el anuncio del cierre de la casa se haya producido justo después de su fallecimiento. Por sorpresa, el provincial aterrizó el pasado 1 de junio en Montesión para comunicar que el también mallorquín Javier Monserrat dejaba de ser el superior en ese mismo momento, y de hecho a las pocas horas ya estaba en Sant Cugat del Vallès, en su nuevo destino. En paralelo, el provincial acaba de nombrar al jesuita de la península José Miguel Colina como vicesuperior de Montesión, para que tutele el proceso de cierre.

La manera como Javier Monserrat ha cesado en el cargo también ha creado estupefacción en cierta parte del clero. Así, mientras sus compañeros directos de Montesión se enteraron el mismo día de su marcha de Mallorca, hay sacerdotes que afirman que «hacía semanas que Javier había anunciado por aquí y por allá que se marchaba y que trasladarían a los jesuitas».