Opinión | ESCRITO SIN RED

Al final de la escapada

Cuando ya supimos que el asunto de Begoña Gómez en un juzgado de Madrid no era una simple apertura de diligencias previas, sino una calificación de la señora del presidente como investigada por tráfico de influencias y corrupción en los negocios, en auto del juez Peinado de fecha 16 de abril y oficio de notificación del 22 del mismo mes, pudimos colegir que Sánchez lo supo y lo ocultó cuando publicó su carta a la ciudadanía y organizó su montaje de enamoramiento y reflexión sobre seguir o no gobernando. Es decir, el engaño y la irresponsable dejación de sus funciones como presidente del Gobierno no eran sino una simple treta para enmascarar y ocultar la condición de investigada o imputada de su mujer. El campeón de la lucha contra el fango, se chapoteaba en él cuando en el Congreso daba la callada por respuesta, en su perenne estrategia de nunca responder a las preguntas de la oposición, como si no fuera ésta una obligación de cualquier gobernante democrático, cuando Feijóo le espetaba: «¿Le consta que su mujer está siendo investigada?».

Desde el pasado miércoles, gracias a otra primicia de El Confidencial, sabemos más cosas sobre las andanzas de la señora Gómez. Ya no se trata sólo de las cartas de recomendación a los proyectos de Carlos Barrabés, el puntal de su extravagante máster de la UCM, adjudicados sin reunir la condición de mejor oferta, ni del rescate de Globalia tras sus múltiples reuniones con Javier Hidalgo y el comisionista Aldama de la trama Koldo, ahora tenemos conocimiento de que negoció con Telefónica (el gobierno ya dispone del 9% de su capital), Google e Indra para que crearan un software para su máster con un coste de 150.000 euros sin que ni Gómez, ni el máster, ni la UCM les abonaran nada. La colaboración se articuló como un proyecto altruista para una entidad sin ánimo de lucro. Indra había invertido 70.000 euros y Telefónica y Google 40.000 euros. Gómez visitó las instalaciones de Telefónica e Indra para seguir el desarrollo del proyecto. Google negoció con el Gobierno una modificación de la ley de Propiedad Intelectual que libró al buscador de pagar a los medios por enlazarlos en su servicio Google News. También a que el Gobierno se comprometiera a retirar en 2024 la tasa Google que gravaba con un 3% los ingresos de las grandes tecnológicas. Las tres empresas se desligaron del proyecto, al parecer, porque habían ido demasiado lejos y podían tener problemas legales. Podría haber un conflicto de interés porque en febrero de 2022 el consejo de ministros aprobó la participación de la SEPI en Indra del 18% al 28%. Al final fue el rectorado de la UCM quien adjudicó a Deloitte Consulting por 60.500 euros la fase final del proyecto con un coste total de 210.500 euros. Esta última información de El Confidencial enriquece el relato no sólo de las peripecias empresariales de la mujer del presidente, no de la ciudadana Gómez, pues a qué si no atribuir una relevancia profesional y académica a quien carece de ellas para ser recibida personalmente por los más altos dirigentes de estas empresas tecnológicas, también de la implicación directa del presidente del Gobierno en todas ellas.

Los últimos meses de Pedro Sánchez son una escapada de los acontecimientos protagonizados por su mujer en los que figura como parte inseparable. Tanto el Gobierno como su partido aparecen en la trama corrupta de Koldo gestionando la compra de mascarillas durante la pandemia, que ilumina retrospectivamente el cese de Ábalos como ministro de Transportes y secretario de organización y mancilla de forma irremediable al ministro Torres y a la presidenta del Congreso Francina Armengol. Armengol no solamente ha mentido en su comparecencia en el Congreso, también ha confirmado su condición de marioneta de Sánchez al ser requerida por éste para cortar una intervención de Feijóo. Mayor constatación de la condición de autócrata que desprecia la división de poderes, no sólo de hecho, sino también despreciando las formas institucionales, no las habíamos visto nunca. El muro, la fachosfera, la derecha extrema y la extrema derecha son los mantras de Sánchez para que no se hable de la amnistía; de que no gobierna; de que tiene que retirar leyes como la del suelo o ser derrotado en la de la prohibición de la prostitución; para que no se visualice el fracaso de la ley de la vivienda cuya inseguridad jurídica ha dinamitado el mercado, donde figuran 50.000 pisos menos y un 10% más caros; que ni ha presentado unos presupuestos para 2024 como era su obligación constitucional. Pero su sobreactuación institucional al compás de los negocios de su mujer completa una carrera hacia ninguna parte que recuerda la película fundacional de la Nouvelle Vague, À bout de souflle, de Godard, la huida de Michel (Belmondo) tras robar una moto, ser perseguido por la policía, matar a un agente, en huida hacia ninguna parte hasta acabar acribillado por la policía.

Ahora su objetivo es escaquearse de las acusaciones contra su mujer no respondiendo a ninguna pregunta y acusando de fango y bulos a una oposición que no hace sino cumplir con sus obligaciones parlamentarias; y subiendo el tono del ultraderechismo para conjurar posibles malos resultados en las elecciones europeas. Ordena a Puente, su perro de presa, calumniar a Milei acusándole de consumir alucinógenos, y tras las invectivas del extravagante argentino, retira al embajador en Argentina. La guinda electoral es el reconocimiento del Estado de Palestina. Un Estado que no existe. El objetivo implícito es hacerse con los votos de sus aliados de la extrema izquierda, especialmente de Sumar y Podemos. Díaz ve cómo se derrumba su suelo electoral y clama por una Palestina libre desde el río hasta el mar, es decir exterminar a los judíos. Evidenciando la inexistencia de un verdadero Gobierno, Díaz y Urtasun acusan a Sánchez de deslealtad y falta de transparencia y votan a favor de una proposición de ley del PP obligando al Gobierno a comparecer antes y no después de las sesiones del Consejo Europeo. Obligan al PSOE a votarla a favor para no aparecer otra vez como derrotados. Si estos momentos que vivimos no son los previos al final de la escapada de Sánchez, se le parecen mucho. Está boqueando.

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