Opinión | Escrito sin red

Corre, Conejo

Del presidente del Gobierno proceden algunas amenazas para las libertades. Una de ellas nos la anunció en su comparecencia televisiva tras los famosos cinco días de reflexión. Además de insistir en su condición de hombre enamorado declaró su intención de acabar con la máquina del fango de una vez por todas y tomar medidas para la regeneración de la democracia. Quién nos lo iba a decir. El inspirador del fango y los bulos contra sus adversarios; de los insultos a Feijóo proferidos por su coro de ministros; el acusador de corrupción a Díaz Ayuso por un expediente de la AEAT a su novio cuando todavía no lo era, filtrado delictivamente por el mismísimo Fiscal General del Estado; por un contrato de compra de mascarillas de su hermano cuando había sido exonerado por la Justicia; el insultador a Rajoy en debate electoral; el político que no ha dado ni la más mínima explicación de la trama Koldo del PSOE que implica a su ex hombre fuerte, Ábalos; ni de las acusaciones no desmentidas en ningún momento de las equívocas andanzas y relaciones de su mujer, Begoña, con los Hidalgo, Aldama, Carlos Barrabés, Google, Telefónica, Indra, el rector de la Complutense, y el software en la oficina de patentes, nos dice que va a regenerar la democracia. El que, al margen de su propio Gobierno, del jefe del Estado, del Parlamento, ha tenido la temeridad de entregar el Sáhara a Mohamed VI, el que ha creado un conflicto diplomático con Argentina, el que, por su cuenta y riesgo, al margen de sus principales socios europeos ha reconocido el inexistente Estado de Palestina, ese autócrata va a reconstruir la democracia.

¿Y cómo va a hacerlo? En su televisión, que pagamos entre todos, anunció una trasposición de la ley europea de Libertad de Medios a España. Esa ley fue aprobada para blindar al periodismo de las influencias desestabilizadoras del Kremlin contra Europa, no para posibilitar las maniobras censoras de su Gobierno. Imaginemos por un momento que esa iniciativa fuera protagonizada por Meloni. Los medios gubernamentales españoles no tardarían en invocar la amenaza fascista en Italia. El plan de regeneración de Sánchez contra el fango y los bulos es un plan liberticida para amordazar a los medios críticos y poder eternizarse en el poder. El discurso del fango y los bulos está diseñado para camuflar los emitidos por la maquinaria de la Moncloa. Se equipara con las acusaciones de Trump contra los medios estadounidenses, los portadores de las fake news. Siempre se ha dicho que los extremos se tocan. Sánchez arremete contra Trump, pero actúa como Trump. Sánchez es la amenaza más seria para desfigurar del todo nuestra renqueante democracia, porque todavía retiene votos de una izquierda seducida por el trampantojo del muro levantado contra la derecha y la ultraderecha, con el que ha construido la polarización del sistema político y del país, de la que, con un cinismo nunca contemplado antes, acusa a la oposición. Le sostiene en el poder una alianza entre los que pretenden destruir el Estado y el fanatismo de una izquierda convencida de su superioridad moral sobre la derecha. No hay lado correcto de la historia ni en la derecha ni en la izquierda. El único lado correcto es el de la libertad humana.

En su última entrevista por su televisión anunció nuevas medidas. Lanzó un ultimátum de quince días a Feijóo para negociar el CGPJ. En caso contrario aprobará una ley para sustraer de forma definitiva la competencia de los nombramientos en el Tribunal Supremo, Audiencias y Tribunales Superiores de Justicia al CGPJ. Ya lo había hecho en 2021 para un CGPJ con el mandato vencido, lo que ha provocado una insoportable y precaria situación en la Justicia y le obligó a rectificar nuevamente para poder renovar el Tribunal Constitucional. Sánchez no impulsa los cambios legislativos para afrontar los retos sociales, sino para asegurar su poder personal. España es una partitocracia y ya ha dejado en la práctica de ser un Estado de Derecho. No sólo es el PSOE el que con su reforma de la ley orgánica del Poder Judicial de 1985 posibilitó el control del CGPJ. También se benefició de ello el PP con Aznar, que, contra su propio programa electoral, mantuvo la reforma del PSOE. Pero ha sido Sánchez el que ha conformado un TC a su medida con la presidencia de Conde Pumpido y el acceso al mismo de un exministro de su Gobierno, Campo, y Laura Díez, catedrática de Derecho Constitucional, asesora del Gobierno de la Generalitat para el Estatut entre 2002 y 2004 y directora general del ministerio de la Presidencia con Sánchez. Así se ha asegurado una sentencia de constitucionalidad para la ley de amnistía y que el TC estudie la revisión de la condena de inhabilitación de Magdalena Álvarez por prevaricación continuada en el caso de los Eres, por sentencia de la Audiencia de Sevilla en 2019 confirmada por el TS en 2022. Así, funcionando como tribunal de casación ante sentencias del TS, el TC acaba con la separación de poderes y la independencia de la Justicia.

Ahora, a semejanza de Harry «Conejo» Angstrom, el personaje de Updike, ese sí as del baloncesto, Sánchez sigue su camino sin más rumbo que seguir en la Moncloa, prometiendo la cancelación de 15.000 millones de deuda de Cataluña y una financiación singular, el último atentado contra la igualdad de los españoles, a cambio de que ERC vote a Illa como presidente de la Generalitat y le permita a él seguir como presidente. Es que la economía va como un cohete. Sí, con el Estado sin presupuestos. Sí, con la tercera parte de la población en riesgo de pobreza, aunque tengan un trabajo. Sí, con la juventud española sin poder emanciparse de sus padres, con sueldos que no dan para vivir. Sí, con una administración incapaz de atender las demandas de los ciudadanos. Sí, con una sanidad carente de profesionales sanitarios, incapaz de retener el talento que emigra en busca de mejores oportunidades. Sí, con una infraestructura ferroviaria de país tercermundista, aunque con AVE. Sí, con una agricultura asfixiada entre la Comisión Europea y las importaciones sin control sanitario. Conejo Sánchez corre, treta tras treta, sin tregua, de abuso en abuso de poder, tapando cada uno con el siguiente, de bulo en bulo, de mentira en mentira, sin darnos un respiro, como un hámster haciendo girar sin descanso la rueda del fango en la jaula del poder. Así, hipnotizados, le siguen los fanáticos. n

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